sábado, 5 de septiembre de 2009

Recapitulando puntos suspensivos

Hoy vamos a hablar del capitalismo. Sé que en entradas anteriores he expuesto mi posición disímil a tal política económica. Y soy consciente de los efectos que éste ha producido en la sociedad preindustrial. Pero debemos reconocer que el capitalismo permitió la llegada de bienes culturales a sectores de la sociedad que antes se veían excluídos de esa suerte de "monopolio del saber", establecido por los miembros de las aristocracias de antaño. Además posibilitó el desarrollo de tecnologías en las cuales se cimenta nuestra vida actual, desde el servicio de internet que utilizo en este momento, hasta en numerosas vacunas contra enfermedades antes consideradas mortales.
Otro de los temas que deseo tratar en este post, es la encrucijada filosófica que profundiza en la publicación del libro de Neale Donald Walsh (que casualmente tiene el mismo apellido que María Elena Walsh, la famosa autora de clásicos como "arroz con leche" y "el pato ñato", sin olvidar a la célebre "Manuelita", cuyo nombre despertó controversia en los sectores más conservadores de la iglesia ortodoxa, por hacer referencia al acto de la masturbación infantil), el cual, sin hacer incapié en la paupérrima fuente tipográfica utilizada en su poco costoso libro (comic sans / "Conversaciones con Dios" [asco]) , constituyó una pérdida substancial de mi tiempo. Luego de reflexionar sobre lo dicho en ese libro, comprendí que no es más que otra treta marketinera. ¿Por qué? Bueno, sencillamente porque si alguien se jacta de que su libro es la repuesta más próxima al bienestar social, sumándole a esto si lo hace desde una postura pedante y con delirios de superioridad, es claro que no es más que otro ser humano frustrado al que una editorial tuvo compasión al publicar su "libraco". Además de eso, no sólo se come su propias mentiras sino que pretende que los demás también lo hagan... Patético. Gracias a dios (otro error de escritura ya que debemos escribirlo con mayúscula al referirnos a la deidad monoteísta propia del catolicismo) que mi hermano me hizo entrar en razón con respecto a tal lectura.
Por otra parte, refiriéndonos al "socialismo", si los del Partido Obrero (léase en adelante como P.O.) realmente tuviesen ganas de trabajar, no perderían el tiempo (el suyo ni el de los demás) haciendo esas multitudinarias marchas que no llevan a nada porque, razonando, el hecho de que las realicen no es factor de que por arte de magia se creen puestos de trabajos donde no hay. Y si hay, van a ser para gente que ocupa su tiempo en capacitarse y no en ensuciar las calles con panfletos baratos, obstruir el tránsito o difundir esa política reclamatoria revanchista.
¿Es justo pagar una injusticia con otra injusticia? Si tomamos en cuenta que nuestro "preciado" socialismo "trabaja" en pos de el bien común de la sociedad, ¿no es contradicción que ellos repriman la diferencia ideológica de alguien más, invadiendo directamente las mentes de los ciudadanos con canciones molestas y frases trilladas acerca de qué deben hacer o qué deben pensar acerca de un pasado que muchos no vivieron?
Ahora hablemos del anarquismo. A ver, pensemos en una sociedad libre, alejada de las presiones de un gobierno corrupto, viviendo en un estado de igualdad. Bueno, ahora pensemos en la realidad. Alejémonos de utopías. Si viviésemos en un estado de anarquismo, todos podríamos hacer lo que queramos, y nadie podría decirnos nada al respecto puesto que es anarquía, por lo que nadie tiene más poder sobre mí, ya que de otra forma dejaría de llamarse anarquismo. Si todos hiciésemos lo que queremos, todo sería un caos, ya que nadie desea lo mismo que el otro. El anarquismo es una idea apócrifa de un futuro que no lo es. Hay un refrán que dice "cuidado con lo que deseas, porque algún día lo conseguirás". Se la dedico a todos aquellos entes despojados de conocimiento objetivo que dicen ser seguidores del anarquismo, cuando en realidad usan zapatillas nike y utilizan el servicio de internet de megacorporaciones para postear acerca de su hipócrita ideología. Un poco contradictorio ¿no?
Bueno, por hoy me despido. Luego de esta especie de catarsis, he decidido hacerme cargo de mis equivocaciones. Les parecerá extraño pero un suceso reciente me ha abierto los ojos, y me ha hecho reflexionar acerca de mi paso en este mundo. Les pido disculpas si ofendí a alguien en este post, pero es lo que pienso. Si tienen cualquier duda comenten y yo os responderé.
Hasta la próxima! ^^

La Iglesia

¿Quién ha estado en la guerra en Irlanda? ¿Quién ha estado en la guerra en el Medio Oriente? ¿Quién ha estado en constante conflicto en los Balcanes, en la frontera india-paquistaní, en Afganistán? ¿Quién ha sembrado las semillas de intolerancia hacia los homosexuales, de la desigualdad de las mujeres, de la discriminación contra las minorías en Estados Unidos?

PS: Volví a leer "Las nuevas revelaciones" de Neale Donald Walsch (mismo autor de "Conversaciones con Dios" y está en su parte anti religiosa que promueve el pensamiento propio y la "teología de la humildad" que consiste en admitir que no tenemos la verda absoluta y que no lo sabemos todo a cerca de Dios. ¡Es tan sabio ese libro, y a la vez tan fácil de leer, e interesante! Se los recomiendo, así como los demás libros de Neale. También lean Deepak Chopra y Eckhart Tolle, y toda esa oleada de escritores de la nueva era de pensamiento...


jueves, 3 de septiembre de 2009

El sistema capitalista y conversaciones con Dios

N/M: Dios habla -mal- a cerca del sistema capitalista en el libro "Conversaciones con Dios" de Neale Donald Walsch. Léanlo lacras. No se hagan los ateos comunistas ahora (?)


- La oportunidad para amasar riquezas - riquezas ilimitadas - es la piedra miliar del sistema capitalista, un sistema de libre empresa y de competencia abierta que ha producido la sociedad más compleja que el mundo haya jamás conocido.

El problema es que creas eso en verdad.

- No, no lo creo. Pero lo señalo aquí en nombre de los que así lo creen.

Quienes lo creen están engañados terriblemente y no ven nada de la realidad actual de este planeta.
En Estados Unidos, 1.5 por ciento de la población tiene más riquezas que 90 por ciento de los habitantes. Los más ricos, 834.000 personas, poseen casi un trillón de dólares más que el total de los bienes de 84 millones de personas.

- ¿Qué hay de malo en ello? Para eso trabajaron.

Ustedes los estadounidenses tienden a ver la posición de clase como una función del esfuerzo individual. Como algunos alcanzaron el éxito monetario, creen que todo el mundo puede hacer lo mismo. Esta opinión es simplista y peca de ingenua. Da por sentado que todos tienen oportunidades iguales, cuando, en verdad, en Estados Unidos al igual que en México, los ricos y poderosos se empeñan y esfuerzan por retener su dinero y su poderío y también por acrecentarlo.

- ¿Así de sencillo? ¿Qué tiene de malo?

Logran esto eliminando sistemáticamente la competencia, minimizando institucionalmente la oportunidad verdadera, y controlando colectivamente el flujo y el crecimiento de la riqueza.
Para ello se sirven de todo tipo de procedimientos, desde prácticas y costumbres injustas de trabajo que explotan a las masas de los más pobres del mundo, hasta prácticas competitivas del tipo de redes y de halagos que minimizan y que de hecho destruyen las oportunidades de los recién llegados de entrar al Círculo Interno de los afortunados.
Buscan controlar la política y los programas gubernamentales de todo el mundo para asegurarse de que las masas sigan estando reguladas, controladas y subordinadas.

- Por mi parte, no creo que los ricos hagan esto, no la mayoría. Supongo que ha de haber un puñado de conspiradores...

En la mayoría de los casos no son los individuos ricos quienes lo hacen; son los sistemas e instituciones sociales que representan, que fueron creados por ellos y que, por lo tanto, los siguen apoyando.
Por el hecho de situarse atrás de estos sistemas e instituciones sociales, los individuos pueden lavarse las manos de cualquier responsabilidad personal por las condiciones que oprimen a las masas, en tanto que favorecen a los ricos y poderosos.

Por ejemplo, volvamos al campo de la salud en Estados Unidos. Hay millones de pobres que no tienen acceso a la atención médica preventiva. No se puede señalar a un médico individual y decirle; todo esto es obra tuya, es tu culpa que en la nación más rica del mundo, haya millones de personas que no reciben atención médica a menos que se encuentren en la sala de emergencias.

Ningún médico individual es culpable de esto, aunque sí beneficia a todos los médicos. Toda la profesión médica y, por supuesto, todas las industrias vinculadas, reciben utilidades sin precedente de un sistema de entrega que ha institucionalizado la discriminación contra los trabajadores y los desempleados pobres.
Y todo lo anterior no es más que un ejemplo de cómo el "sistema" mantiene ricos a los ricos y pobres a los pobres.

Lo importante es que son los ricos y poderosos los que apoyan estas estructuras sociales y resisten tenazmente cualquier esfuerzo por cambiarlas. Enfrentan cualquier esfuerzo político o económico que busque proporcionar verdadera oportunidad y dignidad genuina a todas las personas.

La mayoría de los ricos y poderosos, tomados individualmente, son, sin la menor duda, gente buena, agradable, con tanta compasión y simpatía como cualquiera. Pero al mencionarles un concepto tan amenazador para ellos como límites anuales al ingreso (inclusive límites ridículamente elevados, digamos 25 millones anuales), empiezan a gimotear y a quejarse de usurpación de derechos individuales, de erosión del modo de vida y de "pérdida de incentivos".

Empero, ¿qué decir del derecho de toda la gente de vivir en alrededores mínimamente decorosos, con suficiente comida para evitar la desnutrición, y suficiente con qué vestirse? ¿Qué decir del derecho de la gente de cualquier parte del mundo de recibir atención adecuada para su salud, el derecho a no tener que sufrir o morir por causa de complicaciones médicas relativamente menores, a las cuales los ricos combaten con el simple chasquido de un dedo?

Los recursos de este planeta, incluyendo los frutos del trabajo de las masas y de los indescriptiblemente pobres que constante y sistemáticamente son explotados, pertenecen a la población de todo el mundo, no nada más a quienes son lo bastante ricos y poderosos para explotarlos.

Veamos como funciona la explotación: Los ricos industriales se presentan en un país o en una región donde no hay trabajo en absoluto, donde la indigencia es un hecho, donde hay pobreza abyecta. Los ricos establecen ahí una fábrica y ofrecen trabajo a los pobres con jornadas a veces de 10, 12 y hasta 14 horas al día, sueldos bajos, por no decir subhumanos. No se les paga lo suficiente como para permitirles escapar de sus pueblos, donde viven de forma insalubre, pero sí lo suficiente para sobrevivir de este modo, que es "mejor" que carecer por completo de comida o de abrigo.

Y cuando se les hace ver la situación, estos capitalistas replican: "Pero están mejor que nunca antes, ¿no es cierto? ¡Mejoramos su situación! Tienen empleo, trajimos la oportunidad y encima de todo corremos con todos los riesgos".

El caso es que, ¿cuánto riesgo hay en pagar a la gente 75 centavos de dólar por hora para fabricar lujosos zapatos de goma que se venderán a 125 dólares el par?

¿Es explotación pura y simple, o una riesgosa operación?

Un sistema así, de descarada explotación, puede existir únicamente en un mundo motivado por la codicia, donde el margen de utilidad, no la dignidad humana, es la primera consideración.

Quienes dicen que "en relación con los niveles de sus sociedad, a estos campesinos les está yendo de maravilla", son hipócritas de primer orden. Arrojarían una cuerda a un hombre que estuviese ahogándose, pero se negarían a llevarlo a la orilla. Así las cosas, mejor harían en enviar una piedra en lugar de una cuerda.

En vez de elevar a estas personas a la verdadera dignidad, los "que tienen" dan a "los que no tienen" apenas lo justo para hacerlos dependientes, pero nunca lo bastante para hacerlos fuertes en verdad. La élite de verdadero poderío económico tiene la aptitud y luego el impacto, y no está realmente sometida "al sistema". ¡Y es esto precisamente lo que menos quieren los creadores del sistema!

Y así prosigue la conspiración. Y sucede que para la mayor parte de los ricos y poderosos no se trata de una conspiración de actos, de obras, sino una conspiración del silencio.

Así pues, sigamos nuestro camino y de ningún modo hablemos de la obscenidad, de la infamia de un sistema socioeconómico que premia al ejecutivo de una empresa con un bono de 70 millones de dólares por aumentar las ventas de un refresco, al mismo tiempo que 70 millones de personas no pueden darse el lujo de beber leche, y menos aún de comer lo suficiente para mantenerse sanas.

No veamos la obscenidad de esta situación. Llamémosle Economía de Libre Mercado, y digamos a todo el mundo cuán orgullosos están de ello.