viernes, 5 de diciembre de 2008

Iluminación


La iluminación consiste en entender que no hay ningún sitio adonde haya que ir, nada que se tenga que hacer, ni nadie que se tenga que ser, excepto precisamente quien uno está siendo en este momento. Es decir, no podemos encontrar la verdad de ninguna manera en la palabra de otro, en la experiencia del otro. La verdad se encuentra en cada uno de nosotros, en nuestro interior. Debemos escuchar nuestros sentimientos, nuestros pensamientos más elevados, nuestras propias experiencias. El verdadero problema radica en que cada vez que estos sentimientos, pensamientos o experiencias difieren de lo que nos han enseñado nuestros maestros (nuestra sociedad, nuestra religión, nuestra familia) dejamos de prestarles atención, para concentrarnos en las palabras ajenas. En las de aquellos bienintencionados, pero muchas veces mal informados maestros. Hay que entender que Dios no nos exige ni obliga a hacer nada. Dios no da restricciones, Dios da libertades. Dios no castiga, ¿cómo podría permitirlo?. Decir que Dios es un ser despiadado, castigador y que no perdona, sería otorgarle cualidades humanas, mundanas, que nada tienen que ver con Dios. Suponer que existe un infierno en el que se nos castiga es algo bastante "primitivo". El miedo es, y siempre fue, la herramienta más usada por la mayoría de las religiones para controlar a las masas.

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